Suena el despertador, ocho de la mañana, siete en Canarias. Otro día más amenaza con ser monotonía y rutina, pura y dura. Apago el despertador a duras penas, con la mítica frase "un poquito más", lo que aveces se convierte en una carrera contrareloj para llegar a tiempo a clase.
Me levanto de la cama, pensando en lo último que pensé anoche, vamos, los problemas que rondan por mi cabeza, sí, él. Dándole vueltas a lo ya pensado y hablado, un circulo vicioso acecha mi mente, otra vez. No pensaba que me afectaría tanto, pero indignada con mi error, voy zombie hasta la cocina, abro la nevera, la cierro, la vuelvo a abrir y saco el cartón de leche desnatada, la vierto en un vaso y me la tomo, tal cual, fría y sin colacao, sino, me arriesgo a que un fuerte dolor de estómago se apodere de mí. Más tarde, pongo el vaso en la pila, llenándolo de agua que queda translucida por las gotitas de leche que aun quedaban en el vaso. Me froto los ojos cuidadosamente y entonces me dirijo al lavabo, para lavarme la cara. Mojo mis mejillas con fría agua, que me hace hasta tiritar y estremecerme. Seco las gotas que no han caido a la pila, y continuo con mi objetivo de arreglarme. Tras probarme unos cinco modelitos tontos, acierto con uno, me lo dejo puesto y me pongo un poco de base en la cara.
Es entonces cuando me queda un tiempo libre, hasta las ocho exactamente. Y no hay peor cosa que pensar, pues bien, en ese rato siempre acabo pensando, y mira que soy de las que saben de sobra que los ignorantes son los que mejor viven... En mi cabeza sigues dando vueltas, tú y tus tonterías. Otra vez a pensar qué es lo que he hecho mal, y lo más importante, ¿lo podré rectificar?
Tocan al telefonillo, es Sara, tengo que bajar para ir a clase. Abro la puerta de abajo y salgo a la calle, allí está ella tan mona como siempre, y ahí está el frío, tan cabrón como siempre.
- Hola churri!
- Cuki!
- ¿Qué tal?
- Bufff, tengo un sueño tremendo
- Ya, y encima historia a primera
Casi siempre es la misma conversación, a esas horas de la mañana no hay mucho más que decirnos.
Llegamos a nuestro destino, y nos esparcimos por clases. Pero ahí está él, para volverme imbecil otro día más. Resalta entre todos por su -para mi perfecta- altura. Otro día más a verlo mil veces y no poder hablar con él como yo quisiera hacerlo. Debo recordar que estoy en horario lectivo, y que allí no voy a pasarlo bien precisamente. Pues bueno, como siempre, intento hacerme la tonta, hacer que no lo veo, y hablar con mis compañeros, cuando en realidad, estoy pendiente a todo momento de ver si su cabeza resalta entre el resto.
Otro día más me lo paso pensando, y buscandolo entre la multitud, enfin, creo que es inevitable.
Suena el despertador, ocho de la mañana, siete en Canarias. Otro día más...
Me levanto de la cama, pensando en lo último que pensé anoche, vamos, los problemas que rondan por mi cabeza, sí, él. Dándole vueltas a lo ya pensado y hablado, un circulo vicioso acecha mi mente, otra vez. No pensaba que me afectaría tanto, pero indignada con mi error, voy zombie hasta la cocina, abro la nevera, la cierro, la vuelvo a abrir y saco el cartón de leche desnatada, la vierto en un vaso y me la tomo, tal cual, fría y sin colacao, sino, me arriesgo a que un fuerte dolor de estómago se apodere de mí. Más tarde, pongo el vaso en la pila, llenándolo de agua que queda translucida por las gotitas de leche que aun quedaban en el vaso. Me froto los ojos cuidadosamente y entonces me dirijo al lavabo, para lavarme la cara. Mojo mis mejillas con fría agua, que me hace hasta tiritar y estremecerme. Seco las gotas que no han caido a la pila, y continuo con mi objetivo de arreglarme. Tras probarme unos cinco modelitos tontos, acierto con uno, me lo dejo puesto y me pongo un poco de base en la cara.
Es entonces cuando me queda un tiempo libre, hasta las ocho exactamente. Y no hay peor cosa que pensar, pues bien, en ese rato siempre acabo pensando, y mira que soy de las que saben de sobra que los ignorantes son los que mejor viven... En mi cabeza sigues dando vueltas, tú y tus tonterías. Otra vez a pensar qué es lo que he hecho mal, y lo más importante, ¿lo podré rectificar?
Tocan al telefonillo, es Sara, tengo que bajar para ir a clase. Abro la puerta de abajo y salgo a la calle, allí está ella tan mona como siempre, y ahí está el frío, tan cabrón como siempre.
- Hola churri!
- Cuki!
- ¿Qué tal?
- Bufff, tengo un sueño tremendo
- Ya, y encima historia a primera
Casi siempre es la misma conversación, a esas horas de la mañana no hay mucho más que decirnos.
Llegamos a nuestro destino, y nos esparcimos por clases. Pero ahí está él, para volverme imbecil otro día más. Resalta entre todos por su -para mi perfecta- altura. Otro día más a verlo mil veces y no poder hablar con él como yo quisiera hacerlo. Debo recordar que estoy en horario lectivo, y que allí no voy a pasarlo bien precisamente. Pues bueno, como siempre, intento hacerme la tonta, hacer que no lo veo, y hablar con mis compañeros, cuando en realidad, estoy pendiente a todo momento de ver si su cabeza resalta entre el resto.
Otro día más me lo paso pensando, y buscandolo entre la multitud, enfin, creo que es inevitable.
Suena el despertador, ocho de la mañana, siete en Canarias. Otro día más...
madre mia laura..aiiiii que se decida ya!